¡José!, gritó mi amigo harto de esperar paciente el regalo que le había comprado por su cumpleaños. Nos reunimos en el banco más próximo a la tienda de caramelos de la señora Flip, gorda y siempre sonrojada. Aquella mujer estaba llena de bondad.
Pronto nos animamos a entrar y compramos montones de chucherías. Una caja de caramelos dorados eran los preferidos, tan sabrosos que despertaban en nosotros sensaciones extrañas.
Nos convertimos por un instante en dos pequeñas mariposas revoloteando por un maravilloso jardín.
Mi amigo Pedro regresaba al banco frente a la tienda de caramelos casi todos los días, pero yo no me acerque jamás . Hoy le recuerdo todas las mañanas, era mi mejor amigo.
Me he despertado y he cogido el primer avión que salía hacia la ciudad donde nací, comprobando que aquel banco seguía junto a la tienda de la señora Flip. Había dos mariposas que revoloteaban por encima de mi cabeza reviviendo mi niñez, añorando el lugar de donde nunca volveré a partir.
Sr. Genio, genial relato. De verdad, me ha gustado mucho. Te felicito. Voy a seguir leyendo los anteriores, en espera de otro nuevo. Saludos.
ResponderEliminarExcelente relato. Lleno de esa oculta ternura que nos dan la amistad y la infancia
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