Children & Old

Vivir a-isla-do

viernes, 18 de junio de 2010

Trece armarios rotos (III)


Aquí el olor es un poco raro, dijo el pobre solitario. Todas las mujeres le miraban, quizás hoy se tire un largo; el mira, ellas se acercan, el amor le ha señalado. Van ligeras de ropa, pero su corazón han cautivado para siempre.
Se iniciaron las celebraciones, la boda fue muy temprano, aunque sigue visitando el club para adorarla y complacerla. La ha tomado cariño, se ha acostumbrado a verla a oscuras y con pinturas de guerra.
Pero este hombre cariñoso se transformó en un ogro resentido, no le gustaba el trabajo que ella ejecutaba con garbo, la retiró para siempre y se alejaron de ese barrio.
Pasaron juntos varios años, ella comenzó su antiguo trabajo, era lo único que sabía hacer con gusto y bien pagado. Mientras, su marido se retorcía en su propio pasado.
Una noche la esperó a la puerta del local y cogiéndola por sorpresa del brazo la abrazó con fuerza por el cuello, terminando la locura de un amor frustrado; la locura de este ingenuo desdichado.

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