En la casa del marqués se sirve un vaso de vino tras verterlo de una gran botella envasada después de recolectar la uva tratada con cariño y delicadeza.
Esa viña que reposa sobre la tierra bondadosa que presta su riqueza mientras el sol calienta, y el pobre agricultor aprovecha su momento de descanso para poder beber un buen trago de vino y así continuar recogiendo la uva que repartirá su caldo sin antes consultar la procedencia ni del marqués, ni del agricultor.
Mañana el marqués beberá vino, y el agricultor también.
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