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Vivir a-isla-do

viernes, 16 de abril de 2010

Sin rostro



Ulises entró en la oficina con la mirada fija en la entrada del despacho de su jefe. Tenía miedo, terror, pánico por tener que volver a hablar de su situación laboral. Todo cambió al darse cuenta que detrás de la puerta hoy no estaba Jaime, si no su directa colaboradora Susana.

La diferencia era que Susana es mujer y Ulises la tenía cogida la medida. Pronto su rostro se relajó y sacó pecho, arrojándose sobre su víctima.

Susana no podía soportar el carácter posesivo y soberbio de ese personajillo incapaz de solucionar sus problemas personales, así que hoy no le recibiría.

Ulises regresó a casa frustrado, desilusionado; abrió la puerta del dormitorio y golpeó sin compasión a la mujer que le acompañaba y compartía con él los secretos de sus vidas. Sumisa y atemorizada aguantó el castigo que su marido antes había tenido.

Aquel hombre soportaba las broncas y desprecios de su jefe, pero no podía tolerar lo mismo de una mujer. Hoy dormiría más tranquilo.

1 comentario:

  1. Ante el desprecio y la mala educación no cabe soportar absolutamente nada de nada. sea mujer o hombre, a mi en ocasiones también intenta despreciarme mi jefe, pero no se lo consiento, jejeje.
    saludos.
    www.falsario.org

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